Cuando opinan los demás...
Todas las
madres primerizas hemos tenido que escuchar las variadas y contradictorias
opiniones que nos brindan no sólo las personas de nuestro círculo familiar y amigos sino también gente desconocida, como la vendedora de un
negocio, una señora que espera cerca nuestro en la cola del supermercado o
cualquier otra persona que se suponga con derecho o se sienta con experiencia y
autoridad suficientes como para dar consejos y opinar sobre cómo estamos
criando a nuestros hijos, decir qué estamos haciendo mal y cuál es la mejor
forma de hacerlo.
El llanto de
los bebés pone a prueba la tolerancia de los adultos y es habitual que frente a
la primer señal de congoja comiencen los comentarios: “tiene hambre”, “tiene
sueño”, “no le hagas upa que se va a mal acostumbrar”, “te tomó el tiempo”, “no
le pasa nada, es capricho”, etcétera. Todos estos comentarios -aunque generalmente
son bien intencionados- nos incomodan, nos enojan y lo más penoso es que poco a
poco van anulando nuestra capacidad para ponernos en el lugar de nuestro hijo,
para ir conociéndolo y aprendiendo a descifrar, a decodificar qué es lo que le
produce malestar o lo que necesita.
Si sucumbimos
al enojo con quienes nos dan incesantemente su opinión y nos centramos en eso,
desperdiciamos energía que tendría que estar puesta en nuestro hijo y al mismo
tiempo le transmitimos esos sentimientos negativos. Si por el contrario hacemos
todo lo que los otros nos dicen, privamos a nuestro bebé de tener a la madre
que podemos llegar a ser, a la vez que nos privamos a nosotras mismas de la
maravillosa experiencia de ir descubriendo a nuestros hijos y descubriéndonos a
nosotras mismas como madres.
Hay que
tener en cuenta que como madres primerizas y puérperas solemos estar muy
vulnerables y tener muchas inseguridades y ambivalencias emocionales. Nosotras
mismas tenemos que comprender esto y hacérselo saber a los que nos rodean para
que puedan entendernos y así evitarnos sufrimiento y momentos incómodos.
Inevitablemente
recibiremos a diario diferentes “recetas” de cómo criar a nuestros hijos de la
mejor manera, y aunque pueda resultar difícil debemos intentar no enojarnos ni
angustiarnos, ni tampoco seguir los consejos al pie de la letra para no tener
conflictos con quienes nos rodean. Resulta más saludable escuchar lo que nos
dicen, agradecer cuando el interés es genuino, tomar lo que consideramos que
nos pueda servir y dejar a un lado aquello con lo que no acordamos, porque somos las madres quienes mejor reconocemos
lo que nuestro hijo necesita, y como todos los niños son
distintos también las madres lo somos, y cada una elige con qué estilo de
crianza se siente más a gusto.
Es
fundamental que nos permitamos conectarnos con nuestros sentimientos y emociones,
con lo que nos pasa como mujer, con el rol de madre y con el vínculo con
nuestro bebé. Si nos damos la posibilidad de mirar en nuestro interior, buscar
las raíces de nuestro sentir y redescubrirnos en esta nueva identidad, nos
acercaremos cada vez más a la mamá que podemos y queremos ser.
Conectarse con una misma facilita la conexión
con nuestro hijo, sólo desde allí podemos definir concientemente el estilo de maternaje que deseamos brindarle.
Lics. Gabriela Nelli y Mariela Lopardo,
publicado en Anuario 2016 de Todo Infantil.-
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