Familias de hoy


Hasta hace un par de décadas al hablar de Familia sólo podíamos imaginarnos una mujer y un hombre unidos en matrimonio y convertidos en padres, viviendo bajo el mismo techo junto a sus hijos. Pero indefectiblemente la sociedad avanza y trae modificaciones que se ven reflejadas en su conformación, por lo que hoy la nombramos en plural, hablamos de “tipos de familias”.

Poco a poco el formato de familia nuclear tradicional  va dejando de ser el único esperable y comienza a dar lugar a la llamada “familia posmoderna”, derivada de los divorcios, la disminución de la cantidad de hijos por  pareja, la resistencia a formalizar uniones, los hijos nacidos mediante reproducción asistida, subrogación de vientre, etcétera.  Así, hoy la familia se presenta en  formatos diversos: ensambladas, monoparentales, homoparentales, nucleares o de hecho, las cuales pueden además ser convivenciales o no.

La legalización del divorcio fue en nuestro país el primer gran paso hacia una nueva concepción de familia. En ese camino se avanzó hasta nuestros días con la aceptación legal del matrimonio igualitario y la inclusión en el nuevo código civil de la posibilidad de adoptar o recurrir a técnicas de reproducción asistida tanto para parejas homosexuales como para mujeres u hombres solos que tengan la voluntad de ser padres.  

Es que la familia ya no se define por la consanguinidad (o al menos no solamente por eso) sino por la afinidad y el parentesco, tanto en relaciones de filiación como de pareja, donde el lazo emocional entre sus integrantes y la responsabilidad amorosa que de ello se deriva pasa a tener mayor relevancia que el vínculo biológico. Y en definitva, cuando hablamos de familia hablamos de amor y no de ADN, por eso podemos llamar hermano a un amigo o abuela a quien nos inspira ese afecto, más allá de que haya o no un genoma compartido.

Tal vez los prejuicios más difíciles de desterrar sean los relativos a los lazos de filiación, ya que desde siempre ha habido una mirada teñida de recelo sobre los hijos adoptivos y de mamás solteras, y más recientemente también sobre quienes recurren a técnicas de fertilización asistida o a la adopción siendo personas sin pareja o en una relación homosexual. Pero si entendemos que la maternidad y la paternidad son funciones simbólicas que quien lo desee puede cumplir más allá de su género, criando niños saludables física y emocionalmente, el debate queda zanjado.

Por suerte los más jóvenes son más abiertos a las diversidades y cuestionan lo establecido, pero siempre habrá quienes acepten estos nuevos modelos de familia con absoluta naturalidad y también a quienes les genere mayor resistencia. Lo cierto es que ésta es la realidad de la sociedad actual, y no podemos ser ajenos a los tiempos que vivimos. Es nuestra responsabilidad como adultos transmitir a nuestros hijos la capacidad para aceptar las diferencias en todos los órdenes de la vida. Asi que a celebrar la posibilidad de que quien lo desee pueda cumplir con la función hermosa y trascendente de criar para el futuro!
 
Lic. Gabriela Nelli - Nota publicada en la
revista Nacer y Crecer, octubre 2016.-
 
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